
Me fuí arrastrando hasta el cuarto de baño para lavarme la cara y me miré de refilón en el espejo; había allí algo distinto, algo que no debía estar, pero en ese momento no caí, fué cuando me quité las legañas cuando la ví; me acerqué un poco más y casi pude ver cómo me saludaba toda alegre. Se me quitaron hasta las ganas de desayunar.
Ni me lo pensé, a grandes males, grandes remedios. Me puse una gabardina, unas gafas negras y un gorrito para pasar desapercibido por la calle, y me dirigí a "casa de Tomás" la tienda de la esquina:
- ¡hola Charlie, buenos días!
- ¡buenos días Kimbo!-. (vaya, me aligeraré un poco)
- ¡Eh, Charlie!- .
- ¡ Tú por aquí... ya hacía tiempo Jarni!. (puff, me voy a encontrar ahora a todo el mundo).
- ¡Charlie, casi ni te conozco... qué llevas puesto?
- ¡La moda Tobi, yo siempre a la moda! (No, si me voy a encontrar hasta a Lili, con la suerte que tengo)
- ¡Holita Charlie!
- ¡Hola Lili! (qué puntería, la próxima vez me muerdo la lengua antes de hablar)
¿No que está la tienda más retirada?, ¿la habrán movido esta noche?.
Por fin llegué.
- Tomás, buenos días
- buenos días,... ¿tú tan madrugador?, ¿qué te ha tirado de la cama?
- mira, mira, esta mañana me lo he encontrado (se la enseño, no sin que se me escapara una lagrimita de la pena) ¿qué puedo hacer?
Si yo derramé una lágrimita, más derramó él...
- Uy, uyyyy, pero si es enorme (me lo decía mientras se secaba los lagrimones, el pobre estaba muy impresionado); pero tengo la solución, te pones esto y te aclaras el pelo a las dos horas.
Sé que el hombre lo hizo con toda la buena intensión del mundo, eso creo; yo tenía un problema y él me dió un remedio. Desde luego, pues todo hay que decirlo, ya no me veo la cana, pero creo que se excedió un poco con el color del tinte; o no, y lo que pasa es que soy poco agradecido, pero de siempre he dicho que a mi el color rosa no me sienta nada bien... y por eso llevo sin salir de casa cuarenta y ocho días...
Por cierto, ¿tarda esto mucho tiempo en desaparecer?, porque quitarse se quitará, ¿no?.